Una de las cosas que me sacan de quicio de nuestra común habla es nuestra falsa conmiseración con la vejez. Contemplamos a una persona de edad provecta todavía de muy buen ver y no se nos ocurre otra cosa que espetarle: ¡Qué guapa que debía ser usted de joven! ¿Estamos idiotas o qué? ¿Desde cuándo la belleza es exclusiva de la juventud? Somos guapos o feos pero no en función de nuestra fecha de nacimiento. Y si no admiren a mi modelo.
Ella no es como esas celebrities que esconden su paso por el quirófano. Su cuerpo serrano atesora tres intervenciones en las piernas; una en la matriz; una en la rodilla con prótesis y otras tantas de hernia discal, espalda y hombro. ¡Todo un banco de pruebas para la traumatología!
Moderna como pocas, ha sido precursora, como muchas de su generación, del grito de guerra ¡Yo por mis hijos mato! y por el que la señora Belén Esteban se ha hecho injustamente famosa.
La última vez que me dejó los ojos como platos fue una tarde de julio del 2011. Me llamó por teléfono y me pasó el parte necrológico del día (algo bastante habitual a estas edades):
- ¡Se ha muerto esa cantante que siempre iba borracha y se caía en el escenario!
- ¿Mari Trini? ¿Pero no se había muerto ya? –le contesté ilusa de mí.
- ¡Nooo! ¡La otra!
La otra era nada más y nada menos que Amy Winehouse y mi suegra me estaba demostrando con su aflicción mi estrechez de miras. ¡Yo que me creía que solo disfrutaba con “Cine de barrio”!
Porque ella ha visto y escuchado de todo. ¿No estamos reivindicando los años 80? ¡Pues pongamos a los de 80 años en un altar!
Esta pibón octogenaria no renuncia a la moda, gasta más en las perfumerías San Remo que en el Caprabo (también en parte porque el Día lo tiene debajo de su casa) y después de lidiar con cuatro hijos, variadas nueras y cinco nietos se puede decir que no se despeina por nada.
Ha trabajado como una mula regentando una carnicería y un colmado bollería y aún ahora se dedica a cocinar cantidades ingentes de guisos –que distribuye en tuppers para toda la familia– altos en colesterol y alejados años luz de la recomendada dieta hipocalórica.
Hoy, a pesar de estar más que pachucha, luce como una top model: calzado MBT, tejanos elásticos y camiseta de Venca, chaqueta Escorpión y bolso y sombrero de un chino. La corsetería se merece una mención especial: braga y sujetador de la sensual marca Vanity Fair que no reserva precisamente para las miradas de su marido sino para el médico de guardia que acabamos de visitar. Porque sí, la zona del Paralelo y el Mercat de Sant Antoni barcelonés está muy de moda: que si el Tickets, el Calders, el Tarannà, el Federal, els Sortidors de Parlament, el Lando… ¡El barrio bulle dicen los entendidos! Pero no se dejen engañar queridos lectores: el verdadero epicentro del barrio, el centro neurálgico, el lugar que nunca pasa de moda, que es ajeno a las tendencias decorativas y que a pesar de todo siempre está lleno es ¡el ambulatorio de la calle Manso!
La inacabable observadora….
Tronchante. Let’s go to the 80’s.